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Mostrando entradas de agosto, 2019

La divinidad de la tristeza

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Algunas veces la tristeza se percibe como falta de espiritualidad, o cuando menos, como debilidad. No nos permitimos llorar frente a nuestros feligreses o ante las personas que están bajo nuestro liderazgo, porque ese descuido puede llevar a una sublevación por falta de autoridad y firmeza emocional. La tristeza es una de las emociones más humanas. Y divinas. ¡Hasta Jesús lloró! Él no lloraba por una angustia producto del estrés o la ansiedad. Lloraba cuando estaba triste. Y alguien lo vio como para contárnoslo. Y al hacerlo nos habilitó para estar tristes nosotros también . Todos podemos atravesar el valle de lágrimas, pero debemos saber que el valle de lágrimas no es para quedarnos a vivir . La tristeza tiene que tener un fin. Si no lo hay, si se niega o se esconde, el día que salga, saldrá a la superficie potenciada y estallará todo por los aires . La cultura judía nos enseña mucho sobre esto, ellos le daban a la tristeza un papel preponderante en la sociedad y en sus vi

El temor, como mecanismo de defensa

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El temor es una fuerza espiritual muy poderosa que debemos aprender a conocer y a manejar. La frase “no temas” y sus equivalentes se repite en la Biblia 366 veces . Dicen que Dios sabiamente puso allí un “no temas” para cada día del año . Se nos instruye a no temer, entonces evitamos reconocer los temores con la esperanza de que desaparezcan . Al hacerlo, les otorgamos más –y no menos– poder. Examinar la raíz de nuestros temores es una tarea espiritual importante . El temor natural está puesto allí por Dios como un mecanismo de defensa, y es una respuesta a los peligros y amenazas que percibimos . Cuando enfrentamos una situación de peligro, sea real o imaginario, nuestro cuerpo se prepara para hacer una de dos cosas: confrontarlo o huir. Es por una cuestión de supervivencia que el temor activa nuestro cuerpo y lo pone en estado de alerta, para prepararse para una de las dos acciones. Identificar nuestros temores y confrontarlos con la Palabra de Dios es un buen ejercicio .

"¿Cómo puedo estar enojado con Dios?"

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Hace poco me tocó aconsejar a un chico joven, hijo de pastores, que había sido abusado sexualmente durante la niñez mientras sus padres estaban tan ocupados en la iglesia . Le pregunté si estaba enojado con Dios por haber permitido que, mientras sus padres estaban sirviéndolo, él fuera marcado para siempre. “ ¿Cómo puedo estar enojado con Dios? —me preguntó con sorpresa—. Con Dios no podemos enojarnos. Él es Dios, después de todo ”. Pero escarbando un poco más, tuvo que reconocer que, aunque le habían enseñado que había que tener temor de Dios y que un hijo de Dios no se podía enojar con Él, en realidad ese sentimiento estaba bien escondido pero vivo . ¿Cómo NO podemos estar enojados con Dios si sentimos –aunque nos neguemos a decirlo con estas palabras– que la iglesia nos quitó a nuestros padres, o nuestros hijos, o nos robó la diversión o incluso la salud emocional , entre otros ejemplos? ¿Cómo NO podríamos decirle a Él lo que de veras nos pasa? El punto está en que sa