El temor, como mecanismo de defensa
El temor es una fuerza espiritual muy poderosa que debemos aprender a conocer y a manejar.
La frase “no temas” y sus equivalentes se repite en la Biblia 366 veces. Dicen que Dios sabiamente puso allí un “no temas” para cada día del año. Se nos instruye a no temer, entonces evitamos reconocer los temores con la esperanza de que desaparezcan. Al hacerlo, les otorgamos más –y no menos– poder. Examinar la raíz de nuestros temores es una tarea espiritual importante.
El temor natural está puesto allí por Dios como un mecanismo de defensa, y es una respuesta a los peligros y amenazas que percibimos. Cuando enfrentamos una situación de peligro, sea real o imaginario, nuestro cuerpo se prepara para hacer una de dos cosas: confrontarlo o huir. Es por una cuestión de supervivencia que el temor activa nuestro cuerpo y lo pone en estado de alerta, para prepararse para una de las dos acciones.
Identificar nuestros temores y confrontarlos con la Palabra de Dios es un buen ejercicio. Empezamos por describir el temor o el pensamiento de temor que tenemos. Luego, lo ponemos en perspectiva, analizándolo objetivamente. “¿Cuánto de verdad hay en esto?”, “¿Qué posibilidades concretas existen de que suceda?”, “¿De veras es tan terrible como yo lo siento?”, o “¿Qué es lo peor que puede llegar a pasar en este caso?”. Y por último, nos enfocamos en ver qué dice Dios acerca de este temor, los textos bíblicos que Él nos ha hablado, sus promesas. Lo que dice Dios siempre es la verdad, por eso tengo que esforzarme para creer en lo que Él dice y acallar otras voces mentirosas.
La frase “no temas” y sus equivalentes se repite en la Biblia 366 veces. Dicen que Dios sabiamente puso allí un “no temas” para cada día del año. Se nos instruye a no temer, entonces evitamos reconocer los temores con la esperanza de que desaparezcan. Al hacerlo, les otorgamos más –y no menos– poder. Examinar la raíz de nuestros temores es una tarea espiritual importante.
El temor natural está puesto allí por Dios como un mecanismo de defensa, y es una respuesta a los peligros y amenazas que percibimos. Cuando enfrentamos una situación de peligro, sea real o imaginario, nuestro cuerpo se prepara para hacer una de dos cosas: confrontarlo o huir. Es por una cuestión de supervivencia que el temor activa nuestro cuerpo y lo pone en estado de alerta, para prepararse para una de las dos acciones.
Identificar nuestros temores y confrontarlos con la Palabra de Dios es un buen ejercicio. Empezamos por describir el temor o el pensamiento de temor que tenemos. Luego, lo ponemos en perspectiva, analizándolo objetivamente. “¿Cuánto de verdad hay en esto?”, “¿Qué posibilidades concretas existen de que suceda?”, “¿De veras es tan terrible como yo lo siento?”, o “¿Qué es lo peor que puede llegar a pasar en este caso?”. Y por último, nos enfocamos en ver qué dice Dios acerca de este temor, los textos bíblicos que Él nos ha hablado, sus promesas. Lo que dice Dios siempre es la verdad, por eso tengo que esforzarme para creer en lo que Él dice y acallar otras voces mentirosas.
- Marijo Hooft, En el Ojo de la Tormenta
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