La importancia de fortalecer el plano físico

“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”.

Este principio espiritual se aplica a todas las áreas del cuidado corporal, desde la obesidad, las comidas cargadas de colesterol y grasas, el fumar, hasta la –¡pufff!– falta de ejercicio físico.

Lo cierto es que, los que trabajamos con el alma y el espíritu de las personas, particularmente los pastores y líderes religiosos, solemos tener una gran debilidad en el plano físico.

El ritmo de vida a contramano del mundo nos lleva muchas veces a comer mal. A esto se suman los factores económicos que, en algunos casos, impiden pagar una cuota en un gimnasio o invertir en una alimentación sana, que siempre es más costosa que la “comida chatarra”. Podemos agregar la falta de recursos para tener una prepaga o una obra social y estar bien cuidados y con los controles físicos anuales... Razones sobran… el descuido se acumula y asalta nuestra salud desde varios ángulos.

No es solo que comemos mucho y mal, sino además que nos movemos muy poco. Es común, en muchas personas muy ocupadas, la falta de tiempo para hacer actividad física. A la hora de separar un tiempo para cuidar la salud, siempre aparece alguna actividad más importante o “espiritual” o filantrópica que hacer. Si no es un asunto del servicio cristiano, será un asunto familiar. O será el cansancio y la pereza para ponerse las zapatillas y salir a caminar.



Lo cierto es que Dios diseñó nuestros cuerpos para la actividad física. Puedo atestiguar que en medio de mi desierto emocional, las caminatas literalmente me salvaron la vida. Fueron mañanas, y tardes, y algunas veces nochecitas, en que sentía esa angustia de plomo en mi pecho. Todo en mí me imploraba que me metiera a la cama y me tapara hasta arriba. Pero sabía que era cuestión de arrancar, de ponerme el jogging y calzarme, y lograr traspasar la puerta de mi casa.

Era cuestión nomás de salir de casa y comenzar a respirar el aire puro de los árboles, para sentirme mejor. Algunas veces hasta llegaba a pensar que en mi hogar había “algo”, alguna fuerza espiritual, un trabajo de brujería o algo invisible, oscuro y pesado. Tal vez en parte era cierto; la tensión emocional permea el ambiente en que estamos. Pero mayormente la claridad mental que comenzaba a sentir tiene una explicación médica.

La serotonina, la adrenalina y las endorfinas se recargan básicamente con el descanso y actividades placenteras que nos produzcan bienestar y alegría. Cuando estas hormonas aumentan, los químicos como la adrenalina y el cortisol disminuyen. Nuestro cuerpo tiene un perfecto mecanismo para autoequilibrarse.

En síntesis, pareciera como si el mandato de nuestro Creador fuera “¡Descansa, descansa, descansa! ¡Goza, goza, goza la vida!"

- Marijo Hooft, En el Ojo de la Tormenta

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