Distorsionando la Biblia en nombre de la depresión
El Dr. Jorge León, autor de varios libros orientados a la psicología pastoral, cuenta que, cuando está atendiendo a un paciente depresivo, en un momento del tratamiento le pide que le preste su Biblia personal por una semana, para observar la relación entre su depresión y las Escrituras. En ese tiempo, él revisa cuáles son los principales textos que la persona tiene subrayados, y luego le pregunta si recuerda cómo se sentía cuando subrayó ese pasaje. Así descubrió que muchas veces el deprimido cristiano busca razones o justificativos bíblicos para deprimirse. Esta sería la parte no sana de la lectura bíblica.
Parece ser que, cuando estamos padeciendo desórdenes emocionales, leemos la Biblia con lentes oscuros, resaltando los pasajes que confirman nuestro sufrimiento, dándole lugar a la morbidez, o atribuyendo erróneamente nuestro estado al pecado o la desobediencia, alimentando muchas veces una culpa neurótica. En esos momentos, encontramos en las páginas de las Sagradas Escrituras una confirmación para la autoinculpación y nuestra visión pesimista de la realidad.
Esto es distorsionar la Palabra, y es algo que con frecuencia hacemos de manera inconsciente en medio de nuestra desesperación y confusión. Por eso necesitamos buenos amigos y personas que nos acompañen objetiva y espiritualmente en una lectura sana de las Escrituras, así como también a reenfocarnos en el valor de la oración como herramienta de conocimiento de Dios y de nosotros mismos.
Parece ser que, cuando estamos padeciendo desórdenes emocionales, leemos la Biblia con lentes oscuros, resaltando los pasajes que confirman nuestro sufrimiento, dándole lugar a la morbidez, o atribuyendo erróneamente nuestro estado al pecado o la desobediencia, alimentando muchas veces una culpa neurótica. En esos momentos, encontramos en las páginas de las Sagradas Escrituras una confirmación para la autoinculpación y nuestra visión pesimista de la realidad.
Esto es distorsionar la Palabra, y es algo que con frecuencia hacemos de manera inconsciente en medio de nuestra desesperación y confusión. Por eso necesitamos buenos amigos y personas que nos acompañen objetiva y espiritualmente en una lectura sana de las Escrituras, así como también a reenfocarnos en el valor de la oración como herramienta de conocimiento de Dios y de nosotros mismos.
- Marijo Hooft, En el Ojo de la Tormenta
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