El origen del desaliento
En una ocasión me sentía tan pero tan mal que la única frase que venía a mi mente para describir mi estado era: “un profundo desaliento”. Mientras me encontraba orando y preguntándole al Señor sobre este sentimiento, recordé un versículo bíblico que me dio mayor comprensión del mundo espiritual en torno al desaliento. Se encuentra en Job 41:22. Cuando describe al leviatán, un tipo de Satanás en la Biblia, se dice que “en su cerviz está la fuerza, y delante de él se esparce el desaliento”.
También recordé que cuando Dios creó al hombre, sopló sobre él aliento de vida, y luego dice: “y fue el hombre un ser viviente”.
El desaliento, a mi entender, es el enemigo de nuestras almas succionándonos el aliento de vida y respirando sobre nuestra nariz su aliento fétido de muerte, que no es otra cosa que el desaliento.
La psicóloga Eleonora Orellana dice:
Pidámosle a Dios, entonces, que sople su aliento de vida sobre nosotros y disipe el desaliento de nuestro ser.
También recordé que cuando Dios creó al hombre, sopló sobre él aliento de vida, y luego dice: “y fue el hombre un ser viviente”.
El desaliento, a mi entender, es el enemigo de nuestras almas succionándonos el aliento de vida y respirando sobre nuestra nariz su aliento fétido de muerte, que no es otra cosa que el desaliento.
La psicóloga Eleonora Orellana dice:
“La angustia antecesora del desaliento no es más que la expresión corporal de todas las emociones más vividas, y la experimentamos porque cognitivamente anticipamos un escenario negativo proyectándonos al futuro”.
Pidámosle a Dios, entonces, que sople su aliento de vida sobre nosotros y disipe el desaliento de nuestro ser.
- Marijo Hooft, En el Ojo de la Tormenta
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